All

sábado, 11 de enero de 2014

Eres la clave de mi locura

 Amor mío:

Quizás esta carta no signifique nada para ti, quizás ni siquiera la leas cuando la recibas, pero necesito decirte todo esto de una vez por todas.
Desde que te conocí aquel dos de Diciembre no he podido dejar ir la sensación de que te amaba incluso antes de mediar palabra contigo. Recuerdo que llevabas unos pantalones negros a juego con una camisa del mismo color, y entonces es cuando pensé:
<<Estoy cien por cien segura que es mi ángel de la oscuridad>>.

Y lo fuiste.

Entonces lo siguiente que percibí fue tu mirada en mí, preguntándote a que venía mi fija mirada en ti y solo en ti. Tus ojos verdes brillaron con diversión y algo de curiosidad por saber algo más de mí. Algo que te ayudase a saber que hacía yo allí y porque te sonreía con timidez.
Y sin embargo no intuí que fueras a acercarte a mí muy seguro de ti mismo.
Agarré las asas de mi pequeña mochila y recé porque fueras a otro lado, o que vinieras para declararme tu amor eterno aún sin saber mi nombre.

¿Qué más da el nombre cuando mi corazón iba a toda velocidad, y solo podía escuchar mi pulso latir con fuerza?

Te paraste a dos metros de mí, mientras metías tus manos en los bolsillos y ladeabas las comisuras de los labios creando una pequeña sonrisa. Una pequeña pero preciosa sonrisa, esas que después de varios meses aún conseguían ponerme nerviosa y actuar como una loca desquiciada.

Quizás eso es lo que falló en nosotros.

Tú no hacías más que jugar al gato y el ratón, y yo me enamoré tanto de ti que acabé obsesionándome. Acabé loca por ti, por la forma en que podía acariciar tu cuerpo sin estupor, por tus labios respondiendo mis besos y tus abrazos arropándome en mitad del invierno.
Incluso creí que haberte conocido se debió a un mágico milagro de Dios, que después de todo él pretendía que yo fuera feliz contigo.
Y juro que lo fui, cariño.
Pero no podía seguir contigo si cada vez me estabas volviendo más y más loca. Si te ponía el primero en mi vida aún cuando nuestras peleas cada vez eran más graves, como aquella vez que acabaste destruyendo casi toda nuestra vida juntos.

Tu furia alimentaba mis ansias de llorar y de querer huir lejos de aquí.
Lejos de ti.

Siempre pensé y pensaré que dos almas idénticas no pueden acabar bien, pero dos almas totalmente diferentes podría ser una situación devastadora. Y he aquí nuestra demostración. Hemos acabado uno con el otro hasta tal punto de acabar con un inmenso dolor en el alma, en el pecho y en el corazón que un día yo te dí.
Pero sigo amándote como aquel día.


Déjame ir, como yo te dejaré volar a ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario