All

jueves, 14 de mayo de 2015

Realidad o espejismo

Sentía el miedo recorrerme por cada vena de mi cuerpo, clavándose lentamente, raspando, hiriendo, desgarrándome la piel. No era la primera vez que sentía esa misma sensación de angustia, pánico, desdén y dolor. Ya la había sentido anteriormente, como si no fuera más que otro caso igual. Otro día más. Otro instante más.
El primer día que decidí dejarme caer, mentir y ser ella: esa chica frente a mi espejo, que tocaba cada parte de mi cuerpo, decidida a ser otra... fue el primer día de mi perdición, de la locura y de la desesperación. Ya no era yo, ya era ella; una mentira más en mi estúpida lista sin sentido.
Hubo otros días, otros días donde la sonrisa ocupaba mi cara, decidida a ser lo suficientemente real, buena y paciente con todo y todos. Decidida a ser optimista, alegre y justa.
Luego todo empezaba a torcerse, empezaba a girar y girar como solo un tornado podría. Cogiendo y tirando todo a su paso, destrozándolo con violencia, con ganas y con ansias. El dolor que causaban los demás en mí, era lo peor de todo. Era difícil no ser una mitad de cada una: de mí misma y la del espejo. Era difícil no tener esa sensibilidad que formaba parte de mí, esa amargura que también me pertenecía. Era difícil no ser benevolente como la chica del espejo, interponer antes a los demás que a mí misma.
Sencillamente era difícil no culparme por cada error que cometí, por cada fallo, por cada palabra hiriente, por la autocompasión, por el genio, por la humillación. Era difícil no culparme por cada ida, por cada venida, por cada instante de infelicidad, por cada lágrima derramada. Por cada acción que cometía.
Únicamente ya no sabía quién era yo, quién debía ser o cómo debía actuar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario